| La Luna de repente nos habló:
|
| «Creced menguantes, me gustaría saber
|
| Si esta ciudad tiene más luz
|
| ¿Por qué no hacéis por mí
|
| Fotografías por las esquina de Díos
|
| Y así tendréis mi admiración?»
|
| Y empezó aquel rumbo incierto
|
| Entre oficinas y cemento
|
| Y un japo, muy caro, y muy lleno
|
| Tan solo un Opencor abierto
|
| Y el mar se nos bebía al sol
|
| Como a una yema tibia
|
| Fue necesario anular, la oscuridad, con un buen flash
|
| Y la voz, de Edgar Allan Poe
|
| Surgió entre dos contenedores
|
| Dijo estar harto del mal:
|
| «Hazme saber, si hay algo más»
|
| Nunca he sido un libro abierto
|
| Pero explico buenos cuentos
|
| Si quieres, ahora, que hay tiempo
|
| Empiezo a recitar el nuestro
|
| Y si no hubiera nadie por las calles
|
| Nadie por las calles
|
| ¡qué poco importaría¡
|
| Mira que optimista
|
| Que me pongo algunas tardes
|
| Si anochece un poco antes
|
| Y quedan sombras chinas
|
| Solo tuyas, mías, me va bien
|
| Saltaron sin pensar, vallas de seguridad
|
| Era el estreno de una secuela de «Cats»
|
| Oh, qué dirás, qué dirás, si pienso que estamos de más
|
| Y él contestó:
|
| «¿De dónde sale esa luz?
|
| ¿O es que no ves esa luz?»
|
| Y la Luna nos dio el premio
|
| Y la Luna nos dio el premio
|
| E hizo un flash para lo nuestro
|
| E hizo un flash para lo nuestro
|
| Debería, sí, debería ser posible
|
| Y sí, debería ser posible
|
| Y sí, debería ser posible
|
| Y lo demás, tan solo un cuento |